"Hace mucho tiempo que me hubiera suicidado de no haber leído en alguna parte que es un pecado quitarse voluntariamente la vida mientras pueda hacerse todavía una buena acción. La vida es hermosa, pero la mía está envenenada para siempre."
Ludwig V. Beethoven
El suicidio ocupa un lugar entre las primeras 10 causas de
muerte en las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. Se considera
que cada día se suicidan en el mundo al menos 1 110 personas y lo intentan cientos
de miles, independientemente de la geografía, cultura, etnia, religión,
posición socioeconómica, etcétera, cualquier sujeto puede, en determinado
momento de su existencia, sentir que la vida no tiene sentido por diversas
causas, como la enfermedad física o mental, la pérdida de una relación valiosa,
un embarazo oculto o no deseado, la soledad, las dificultades cotidianas en
personalidades poco tolerantes, lo que convierte el suicidio en la mejor y
única opción para ellos.
Definimos
suicidio y conducta suicida como “el acto
de quitarse deliberadamente la propia vida. El comportamiento suicida es
cualquier acción que pudiera llevar a una persona a morir, como tomar una
sobredosis de fármacos, consumir alcohol tabaco o drogas, estrellar un
automóvil de forma deliberad y llevar a cabo conductas riesgosas.”
Los niveles de
suicidio actualmente han ido en incremento. Diversos estudios arrojan que se
debe a los estilos de vida actuales y al incremento considerable de uso/abuso
de sustancias entre otros factores. La edad media ha cambiado, es decir se ha
ampliado. Obviamente antes del suicidio encontramos la ideación suicida, o los
pensamientos suicida, que generalmente son expresados de manera indirecta a las personas que
conforman el grupo primario de la persona que tiene esas intenciones, por lo
cual, el trabajo del psicólogo y en general de aquellos implicados en las
ciencias de la salud, es darnos a la tarea de prevenir, con una psicoeducación
a fondo en lugares clave, como escuelas, empresas y comunidades.
Es claro que
este trabajo es complicado, y en lo que se logra un plan de trabajo de
prevención, también debemos estar al tanto de los pacientes con ideaciones. No
debemos realizar hipótesis tempranas y mucho menos trabajar con “percepciones”,
lo que debemos hacer, es analizar el contexto, empaparnos de la situación
actual de sus esferas sociales, analizar la posibilidad de diagnosticar un
trastorno psiquiátrico que deba ser atendido a la brevedad. Una vez detectado
el riesgo y la ideación, se debe dar aviso a un familiar o persona cercana, ya
que el riesgo existe y se debe tener precauciones minuciosas, y más aun cuando el paciente ya planeó el
método, la fecha y el lugar para llevar a cabo su deceso.
Es importante
tomar en cuenta que las señales son diferentes según su edad, nivel socio
económico y en general los datos de su anamnesis general. Es básico conocer
cuales son los pensamientos, frases, comportamientos y actitudes de una persona
con riesgo suicida para tener la suficiente habilidad para detectar la
situación, aunque no es “receta de
cocina” y no debemos cerrarnos a
comportamientos diferentes o anómalos únicamente, puesto que depende de muchos factores, factores que en la mayoría de los casos están ligados a un problema de carácter mental o emocional que vuelve volátil las causas posibles.
No se debe además suponer que si un paciente presenta un trastorno que estadísticamente es bajo en niveles de suicido asociados, obtengamos la conclusión de que no lo hará, nunca debemos descartar y mucho menos omitir.
No se debe además suponer que si un paciente presenta un trastorno que estadísticamente es bajo en niveles de suicido asociados, obtengamos la conclusión de que no lo hará, nunca debemos descartar y mucho menos omitir.
Las personas cercanas
a una persona suicida, deben estar conscientes y capacitadas acerca de acciones
que deben llevar a cabo, dando comprensión y total apoyo, pero no queriendo cumplir el papel de jueces, ya que lo único que seguramente conseguirán, será que el paciente aumente
su sensación de "individuo incomprendido" provocando que los familiares caigan en frustraciones
constantes, lo cual puede llevar a
enfrentamientos y discusiones que pueden incrementar la tensión dentro del ambiente
familiar, ambiente que de por si ya se encuentra dañado.
Si desafortunadamente, el suicido ya se presentó, es de vital importancia atender a los familiares;
primero, disminuyendo los niveles de culpa, y segundo prestando atención a
sentimientos de dolor, impotencia y frustración muy fuertes que puedan decirnos
indirectamente, que alguien puede ser capaz de “alcanzar” a su pariente
perdido, o incluso actuando o llevando a cabo conductas auto destructivas o peligrosas,
por tanto es una tarea importante ayudar a llevar un duelo controlado.
En general
el trato del implicado en las ciencias de la salud es detectar y minimizar los sentimientos de desesperanza para actuar,
donde la persona sepa que no esta sola y sobre todo que puede y tiene una
alternativa que si le servirá. No debemos minimizar ninguna expresión
riesgosa, y en lo fino de la práctica, detectar a tiempo estos riesgos, no
somos héroes, somos red de apoyo y responsables de evitar esta situación,
valiéndonos siempre de conocimiento científico, actuando de manera ética y
responsable.
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